lunes, 10 de agosto de 2009

Mi viaje a cigar 1a parte


“Busca el cielo lejos de tu hogar”. Eso era lo único que me había quedado de mi padre ya sea una reflexión, consejo, algún tipo de justificación a lo que hizo o simplemente efecto de las drogas las cuales seguramente usaba. Sin embargo, durante toda mi vida tome demasiado en serio esta… frase, si así se la puede llamar, como para considerar la última opción; pero si algo aprendí de la vida es que existen tantas desilusiones como sueños.

Mi padre nos dejó a mamá y a mi cuando ella aún me portaba en su vientre. En ese entonces él tenía mi misma edad y estaba completamente enamorado de mi madre y de mí. Esto último lo confesó con bastante dolor la mujer que me crió a lo largo de mi vida alrededor de tres veces como máximo. De algún modo ninguno de los dos jamás lo odiamos aunque mamá lo intentó varias veces.

Para omitir problemas me haré llamar “Cigar”. Tengo dieciséis años cumplidos hace muy poco y vivo en un cómodo y pequeño departamento que comparto con mi progenitora desde que nací. Asisto a un colegio de nivel secundario, público pero muy bonito, las paredes de ladrillo a la vista y una gran entrada blanca de revoque. Es bastante tranquilo, nunca sufrí, pero siento que no aprendo, no experimento, solo lleno mi cabeza de información que muy extraordinariamente pueda llegar a ser la que que necesite en un momento de importante decisión.

Mis dos abuelas y mis dos abuelos siempre sobre protegieron a papá y mamá (una de las razones por la que creo que papá se escapó) por lo que mamá decidió vivir bastante alejada de ellos cuando se embarazó de mi pero sin embargo ellos se ocupan de que nunca nos falte nada (las dos parejas son bastante adineradas). Recibo dinero de parte de ellos por una cuenta bancaria para no tener la necesidad de trabajar a tan corta edad. Pero yo no estoy de acuerdo por lo que a veces pinto paredes cuando alguien lo necesita y consigo una pequeña suma de dinero(pequeña ya que lo hago para no sentirme inútil y porque disfruto de proyectar falsos paraísos en algo tan obstruyente como una pared).

Pero hay algo que me atormenta, y esta relacionado con las palabras que mi padre dejo dentro de un relicario antes de marcharse. Me mantengo dentro de una rutina, una vida de hogar, colegio y costumbre de la que no me quiero descarrilar hasta entender el legado de mi progenitor. Todavía sigo en el útero. Nunca nada amenazó mi vida ni nada le ha dado a ella sabor, todavía no nací. Lo único que cambia en mi vida son las estaciones, las palabras que se desplazan en las inertes páginas de este diario, los dibujos en las paredes y la creciente madurez en el rostro de mi madre. Creo, tengo la esperanza y estoy seguro de que cuando comprenda las palabras de papá, comprenderé el significado de la vida, será una guía a como llevarla y me lanzare a ella, pero ahora me mantendré de este modo, seguro, sin riesgo de hacer algo sin certeza y luego no tener la oportunidad de repararlo. Sigo en el útero.

Pero esta historia empieza en una época en la que ciertas situaciones exteriores a mi segura madriguera hicieron que mi sitio pierda esa cálida aunque eterea fortaleza que le daba el nombre de “hogar” y yo me viera empujado a adaptarme a un estilo de vida de puros experimentos y situaciones que me lanzaron a la vida para la que no estaba listo.